La sociedad civil venezolana ante el proyecto totalitario
Por Luis Gómez Calcaño
Febrero de 2023
El 24 de enero de 2023 se presentó y aprobó en primera discusión en la Asamblea Nacional el proyecto de Ley de fiscalización, regularización, actuación y financiamiento de las organizaciones no gubernamentales y afines. Dicho proyecto, que ha sido denunciado por un gran número de organizaciones de la sociedad civil (OSC) nacionales e internacionales, es una versión actualizada de otros textos que el gobierno y el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) han intentado promulgar desde hace más de quince años y que forma parte, junto con numerosas decisiones judiciales y actos administrativos, de una estrategia dirigida a la supresión de la capacidad de los ciudadanos para organizarse en forma autónoma. Los numerosos intentos del régimen por lograr esta meta obedecen a un proyecto totalitario. Entendemos por régimen totalitario un sistema social guiado por una ideología, regido por un partido único y otras organizaciones movilizadoras sometidas al poder concentrado en un individuo o un pequeño grupo, que no es responsable ante la población y no puede ser desalojado del poder por vías institucionalizadas y pacíficas (Linz, 2000). Un rasgo esencial del totalitarismo es la ausencia de asociaciones e instituciones autónomas (Scruton, 2007).
En Venezuela no se ha logrado todavía la implantación de un régimen totalitario debido a la resistencia de la ciudadanía y al cálculo estratégico de los gobernantes respecto a los medios y las oportunidades para lograr esa meta. Esto permite caracterizar al régimen actual como un “totalitarismo atrofiado” (Linz, 2000).
Este artículo revisa las relaciones entre el proyecto “revolucionario” y la sociedad civil venezolana desde los inicios del régimen chavista en 1999 hasta el presente para mostrar tanto las acciones del proyecto totalitario hacia la sociedad como la resistencia que ella ha opuesto frente al avance de dicho proyecto.[1]
- ¿Existe una sociedad civil en Venezuela?
Entendemos por sociedad civil el espacio que ocupan las organizaciones voluntarias intermedias entre el Estado y la sociedad, dedicadas a la representación directa o indirecta de intereses de los ciudadanos o a la defensa de valores comunes no específicos de algún grupo (por ejemplo, el ambiente). Los partidos políticos, aunque se originan en la sociedad civil, se han convertido en una esfera separada en la medida en que su fin es ocupar y dirigir el Estado. Ello no quiere decir que la sociedad civil esté aislada de lo político sino que su relación con el poder se limita al ejercicio de influencia más que al manejo directo del aparato del Estado. Los grados de institucionalización de las OSC son variables, por lo cual estas incluyen desde las corporativas societales, formadas por organizaciones burocráticas permanentes, como los gremios y sindicatos hasta organizaciones fluidas y cambiantes que conforman movimientos sociales dinámicos.
En el régimen liberal democrático que se inició en Venezuela en 1958, las organizaciones sociales eran reconocidas como actores legítimos, aunque algunas, como los sindicatos, tendían a subordinarse a los principales partidos políticos. Desde la década de los setenta, la expresión “sociedad civil” se fue extendiendo y ganando legitimidad, aunque con diversas interpretaciones sobre su estructura, funciones y relevancia.
La sociedad civil en Venezuela muestra una gran diversidad. La influencia de las OSC no depende exclusivamente de su magnitud sino del reconocimiento que logren despertar en la población. Esto se debe a que, aunque no son representativas en el sentido partidista electoral, ejercen “actividades de representación” (Gurza et al., 2005) ya que practican varias formas de “representación asumida”, como la prestación de servicios a grupos de sectores o ciudadanos (como las víctimas de violaciones de sus derechos humanos, civiles o políticos), la mediación entre individuos o grupos sin representación y el Estado u otras instituciones políticas y sociales, o las relaciones de proximidad, semejanza o identidad con determinados grupos sociales, etnias o minorías. Las OSC se agrupan en redes para potenciar su influencia; algunas por afinidad de objetivos, como las de organizaciones de derechos humanos, las dedicadas a temas ambientales, las de género o las de salud; otras alrededor de temas más generales, como la defensa de los principios democráticos y el ejercicio de los derechos ciudadanos (Cartaya, 2013).
La llegada del chavismo al poder significó una alteración profunda de las relaciones entre la sociedad civil, la política y el Estado, situación que llevó a las OSC a vivir diversos períodos de turbulencias y redefiniciones en un marco institucional inestable, cambiante y cargado de amenazas.
- El régimen político: proyecto y estrategias hacia la sociedad civil
Los regímenes autoritarios —y especialmente los totalitarios— no son compatibles con sociedades civiles autónomas. Estas últimas tienden a obstaculizar el modelo de decisión cerrado y excluyente de aquellos, quienes tratan de neutralizarlas o incorporarlas en forma subordinada bajo modelos corporativistas de Estado, y persiguen o reprimen a quienes no se sometan a este molde.
El régimen venezolano actual era caracterizado, al menos hasta 2015, como un autoritarismo electoral, en los términos definidos por Schedler (2002); regímenes que celebran elecciones, toleran cierto grado de pluralismo y de competencia interpartidista pero que, a la vez, violan las normas democráticas en tal forma que ya no son democracias sino autoritarismos. Sin embargo, desde el momento en que la oposición obtuvo la mayoría en las elecciones parlamentarias de ese año, el régimen aceleró su marcha hacia la destrucción de lo poco que quedaba de su carácter electoral y de las libertades que le son indispensables, tratando de avanzar en su proyecto totalitario.
El “Socialismo del Siglo XXI” se planteó desde sus inicios una redefinición de las organizaciones intermedias entre el Estado y la sociedad: ensayó diversas formas (como los llamados “círculos bolivarianos” o las organizaciones sindicales o empresariales paralelas) para desplazarlas y sustituirlas por una nueva articulación, dirigida a conformar vastas redes sociales en todos los campos, bajo el control y supervisión del Estado y el partido gubernamental: este tipo de relación entre Estado y sociedad civil es denominada “corporativismo de Estado”, y es uno de los rasgos centrales de los totalitarismos, aunque no exclusivo de ellos. A diferencia de las OSC, las organizaciones del “poder popular” están diseñadas para depender del reconocimiento del Estado. Las que han recibido más promoción y respaldo oficial, después de diversos ensayos fracasados, son los llamados “consejos comunales” y las “comunas”, bases de una nueva forma de organización del territorio y de representación política, estrechamente articuladas con el partido de gobierno, además de los grupos de carácter político-militar y las Redes de Articulación y Acción Social (RAAS), encargadas de identificar y controlar las tendencias políticas de los habitantes de las comunidades.
El régimen impulsa su estrategia de control total de la sociedad en varias formas: legislación; uso de leyes y reglamentos para intimidar o perseguir a las OSC; decisiones judiciales y políticas públicas para limitar la capacidad y el radio de acción de dichas organizaciones; campañas de desprestigio para que estas sean percibidas como cuerpos extraños a la comunidad política y como agentes extranjeros y, finalmente, utilización de grupos paramilitares que ejecutan acciones de intimidación.
Ya en los primeros años del régimen, algunas sentencias del Tribunal Supremo de Justicia cuestionaron la representatividad y legitimidad de las OSC. Pero estas sentencias sólo fueron un primer paso, que sería complementado con un numeroso conjunto de leyes restrictivas, como la Ley Orgánica del Poder Popular (2010)[H4] , la Ley de los Consejos Comunales (2006, convertida en ley orgánica en 2009), Ley de las Comunas (2010) la Ley contra la Delincuencia Organizada y Financiamiento al Terrorismo (2012), entre otras.
El paso de una relación entre Estado y sociedad basada en la autonomía de los ciudadanos a una apoyada en la articulación subordinada de estos al Estado requirió, desde los inicios del régimen, debilitar a las principales organizaciones corporativas: gremios empresariales y sindicatos. Estas, por su parte, han buscado aliarse con los partidos y otros grupos opositores para resistir la estrategia gubernamental, aunque hasta ahora solo han logrado retrasar, pero no detener, su avance.
En 2010 se presentó un proyecto de Ley de Cooperación Internacional que prohibiría a las OSC recibir fondos de organismos o países extranjeros. Aunque no fue aprobado en ese momento, muchas de sus ideas principales aparecen en la ley presentada en 2023.
En los últimos años se han producido numerosos ataques jurídicos, mediáticos y físicos contra las organizaciones defensoras de los DDHH, con el fin de limitar su capacidad de acción, su autonomía y su efectividad. Esta intención se manifestó con la salida de Venezuela del ámbito de actuación de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos, que significó un golpe a la vigencia de esos derechos en el país. Por otra parte, los registros y las notarías obstaculizan sistemáticamente las gestiones de las OSC, con lo cual dificultan su funcionamiento y las empujan a situaciones de ilegalidad. Y numerosos activistas y directivos de OSC han sido hostigados, privados de libertad y juzgados por el simple intento de ejercer sus derechos de expresión y participación.
Una de las principales motivaciones para estos ataques ha sido que dichas organizaciones se han transformado en el único canal por el que se ha logrado escuchar, recopilar y transmitir las denuncias sobre las violaciones de los derechos humanos básicos, así como de los económicos, sociales y culturales. Estas organizaciones, a través de su presión ante organismos internacionales como la ONU, han logrado que se formen equipos de investigación que han desvelado el carácter sistemático de dicha violación de derechos.
La información proporcionada por las diversas OSC venezolanas han servido de base para investigaciones, recomendaciones y sanciones emitidas por diferentes países. Dicha información habría permanecido oculta por los diversos mecanismos represivos usados para impedir la libre expresión en el país. Es por eso que frenar esos flujos de información se ha convertido en una cuestión estratégica para el régimen, por lo cual parece decidido a suprimir a cualquier organización que genere dichos flujos .
- Las respuestas de la sociedad civil: de la participación a la resistencia
Aunque la sociedad civil venezolana ha sido históricamente considerada débil y subordinada a los partidos políticos, su resiliencia frente a largos años de hostigamiento muestra que sus organizaciones han logrado movilizar una diversidad de recursos para garantizar su autonomía y resistir los intentos de control. Sin embargo, esta supervivencia también se debe en parte a que el régimen solo ha aplicado parcial y gradualmente sus instrumentos de control y represión. Las variables correlaciones de fuerzas en los ámbitos nacional e internacional, y sus propias limitaciones, le han obligado a actuar paso a paso, sin atacar a todos sus antagonistas al mismo tiempo. Una radicalización de su proyecto totalitario le permitiría aplicarlos en forma aún más rápida y devastadora. Por eso, la relación entre el Estado y la sociedad civil en los últimos años se ha presentado como una carrera contra el tiempo: el primero avanza gradualmente hacia su fin de destruir a las OSC autónomas y crear una pseudo-sociedad civil a su servicio, mientras las organizaciones resisten y tratan de promover un cambio político democratizador.
A diferencia de otros casos históricos, el régimen venezolano, por su carácter de totalitarismo atrofiado u obstaculizado, no ha podido destruir completamente a la sociedad civil. La ambición de control total ha sido frenada, no solo por la resistencia de la sociedad, sino por la escasa capacidad organizativa estatal, una burocracia técnicamente poco capacitada y disciplinada y la existencia de numerosos focos de corrupción. Esta incapacidad ha dejado vacíos que los ciudadanos tratan de colmar por medio de organizaciones dedicadas a la atención de la salud, la educación, la infancia y hasta la alimentación. Paradójicamente, estas mismas organizaciones, que llenan los vacíos dejados por el Estado, no son vistas como colaboradores o potenciales aliados sino como peligrosos enemigos: el modelo de sociedad que se quiere imponer exige que los ciudadanos dependan exclusivamente del Estado y del partido. Cualquier competencia en este aspecto significaría que algunas voluntades no puedan ser completamente subyugadas, lo que debilitaría el poder total sobre los ciudadanos.
Por su parte, las OSC tratan de enfrentar el intento para reducirlas a actores irrelevantes y marginados de varias formas. En un estudio sobre la situación de las OSC en Venezuela, algunos de sus representantes mencionaron las dificultades que enfrentan y las estrategias que han utilizado para superarlas. Algunos de los problemas más comunes son las dificultades de financiamiento, que afectan su capacidad de mantener al personal y las llevan a depender más del financiamiento externo; a lo que se suman las deficiencias de seguridad y el acceso a servicios públicos. (Sinergia- Cesap, 2018)
Las principales estrategias usadas para enfrentar estas dificultades han sido: la documentación de violaciones de derechos; la creación de observatorios en diversos campos; la presentación de informes alternativos s ante organismos internacionales; la conformación de nuevas redes y plataformas; la movilización para demostrar la emergencia humanitaria; la atención directa a víctimas de la situación de emergencia social; la articulación entre organizaciones de sectores distintos en temas comunes; la presentación de proyectos de ley o exigencias legales a los poderes públicos; y la ejecución de programas, proyectos y prestación de servicios educativos, asistenciales, sociales y culturales (Sinergia-Cesap, 2018).
Por su parte, las organizaciones dedicadas específicamente a la defensa de los derechos humanos, que han sufrido una persecución más constante y sistemática, también han emprendido acciones similares: mayor compromiso e incremento en el número de personas involucradas; capacitación y aprendizaje continuo; articulación y trabajo en red; uso de plataformas digitales; contacto con mecanismos de seguimiento de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos; enlace con redes de organizaciones internacionales; y presentación de comunicaciones ante instancias como el Ministerio Público, la Defensoría del Pueblo, y el Tribunal Supremo de Justicia (Venezuela, “enemigos internos”, pp. 72-74).
Uno de los principales líderes de la sociedad civil venezolana, Feliciano Reyna, ha descrito las acciones y actitudes que han permitido la continuidad de las organizaciones en medio de la crisis y el hostigamiento del Estado: evitar el aislamiento conformando coaliciones y frentes comunes; dar respuesta colectiva de variadas organizaciones cuando se ataca a una de ellas; organizarse, no solo para la participación ciudadana esperable en un gobierno democrático, sino para cubrir los vacíos existentes en las “precariedades” agudizadas por la crisis; y, por la complejidad y riesgos de la situación, “formar tejido social” (lo que implica ”incorporarse a organizaciones o incluso crear nuevas…incorporarse en movimientos y expresarse como sociedad civil para exigir participación en asuntos públicos”). El mismo dirigente señala que se ha construido una red de 115 organizaciones solamente para el trabajo de distribución de ayuda humanitaria, y afirma que se debe promover los esfuerzos conjuntos, con sentido de comunidad y solidaridad (Guerra, 2020).
En febrero de 2023, con motivo de la aprobación en primera discusión del proyecto de Ley sobre fiscalización de la sociedad civil, se presentó un documento firmado por más de 400 organizaciones de todos los ámbitos, en el cual se denuncia el proyecto y se solicita que sea retirado (Comunicado conjunto, 2023). Asimismo, los organismos de investigación y defensa de los derechos humanos del sistema de las Naciones Unidas han tomado conocimiento de la situación y han alertado sobre ella. Estas acciones muestran que las OSC están conscientes del peligro que representa la ley y han recurrido a sus redes de articulación intersectoriales, nacionales e internacionales, para enfrentar ese peligro.
Conclusiones
Las posibilidades de supervivencia de las OSC venezolanas pueden ser evaluadas en términos de cuatro variables: a) Capacidad de autosustentación; b) Capacidad de establecer alianzas con otros actores democráticos; c) Solidaridad internacional y d) Cierre o apertura del régimen.
a) Capacidad de autosustentación y su mayor o menor dependencia de fuentes de financiamiento externo: la capacidad de autosustentación es limitada por el entorno de grave crisis económica y acoso estatal. Eso ha hecho que buena parte de las organizaciones dependan de subsidios externos para cumplir sus fines. Entre los financiadores externos se encuentran actores estatales como la Unión Europea y fondos de ayuda al desarrollo de varios países. Por ello, la ley recientemente aprobada en primera discusión podría dar un golpe mortal a muchas organizaciones que no tienen otras fuentes de financiamiento.
b) Capacidad de establecer alianzas con actores políticos democráticos. Sabiendo que el régimen pretende una aceleración y profundización de la carrera hacia la hegemonía, la mayoría de las OSC tiende a coincidir con las posiciones y proyectos de los partidos de oposición. Sin embargo, en los últimos años, dichos partidos enfrentan no solo la persecución oficial sino también sus propias divisiones, así como el desprestigio causado por sus errores en la lucha contra el régimen. El desafío para las OSC, incluyendo a los sindicatos y gremios, está en articularse a una alternativa política que defienda su derecho a existir sin que ello implique perder su autonomía ni su identidad específica como sociedad civil.
c) Apoyo y la solidaridad de organizaciones internacionales, públicas y privadas. Aunque dicho apoyo sigue existiendo, es previsible que encuentre cada vez más obstáculos legales y prácticos.
d) Mayor o menor disposición del régimen a permitir espacios mínimos de acción social autónoma. El régimen ha sido coherente desde sus inicios en su voluntad de someter o instrumentar a las organizaciones de la sociedad civil, o de crear una sociedad civil paralela articulada en torno al Estado. La intimidación hacia los posibles donantes, la escasez de oportunidades de autofinanciamiento en un contexto de crisis económica y la propia persecución contra las organizaciones muestran que la intención de sustituir a la sociedad civil autónoma por una puramente formal no es secundaria, sino que forma parte de un proyecto coherente a largo plazo. No hay razones para pensar que, sin una intensa presión interna y externa, vaya a retroceder en esta meta, por lo cual su límite estará más en la capacidad y recursos que pueda utilizar para este fin, que en un cambio en su proyecto.
En consecuencia, las OSC que pretendan mantener su autonomía tendrán que plantearse modos de supervivencia que no cuenten con la buena voluntad ni la disposición al diálogo por parte del Estado. Esta relación con el poder podría ser denominada “de resistencia”, entendida como respuesta de una sociedad o un grupo humano que, no teniendo los recursos para efectuar los cambios sociopolíticos a los que aspira, tampoco se adapta pasivamente a las exigencias del poder existente, sino que, por su actitud de defensa de los principios que la orientan, trata de mantener en el tiempo su identidad política, social y cultural. El hecho de mantener el funcionamiento de las organizaciones, a pesar de las dificultades, puede ser considerado como una forma de resistencia. Frente al desgaste y los intentos de dividir, penetrar y corromper sus organizaciones, una visión estratégica debe contemplar la hipótesis de una supresión creciente de la vida asociativa autónoma. En la Venezuela actual, para las OSC el solo hecho de existir ya es en sí mismo un desafío al poder. Si hasta hace poco se podía afirmar que “existir es resistir”, parece llegado el momento de “resistir para existir”.
Referencias
Cartaya, V. (2013). La sociedad civil organizada en Venezuela. Roles, retos, entorno, Caracas, Sinergia.
Comunicado conjunto: Proyecto de ley intenta suprimir el derecho de libre asociación en Venezuela. https://www.civilisac.org/alertas/comunicado-conjunto-proyecto-de-ley-intenta-suprimir-el-derecho-de-libre-asociacion-en-venezuela. [Consulta: 13/2/2023]
Gómez Calcaño, Luis. “La autocratización de Venezuela y su impacto en la sociedad civil”. Desacatos 69. Mayo-agosto 2022, pp. 48-63Guerra, Carlos Armando, 2020, “Feliciano Reyna: la participación ciudadana le da el sentido a todo”. Correo del Caroní. <https://www.correodelcaroni.com/especiales/43-aniversario/feliciano-reyna-la-participacion-ciudadana-le-da-el-sentido-a-todo/>. [Consulta: 13/2/2023]
Gurza, A., et al. (2005). In whose name? Political representation and civil organisations in Brazil. Brighton, IDS Working Paper 249.
Ley de fiscalización, regularización, actuación y financiamiento de las organizaciones no gubernamentales y afines. https://provea.org/wp-content/uploads/2021/05/LEY-DE-FISCALIZACION-REGULARIZACION-ACTUACION-Y-FINANCIAMIENTO-DE-LAS-ORGANIZACIONES-NO-GUBERNAMENTALES-Y-AFINES-v24.01h2.00-2.pdf[Consulta: 13/2/2023]
Linz, Juan (2000). Totalitarian and authoritarian regimes. Boulder. Lynne Rienner.
Schedler, A. (2002). “Elections Without Democracy: The Menu of Manipulation”, Journal of Democracy, 13 (2), pp. 36-50.
Scruton, Roger (2007). The Palgrave Macmillan Dictionary of Political Thought. Third Edition. New York, Palgrave Macmillan.
Sinergia-Cesap (2018). Roles de la sociedad civil venezolana en un proceso de transición democrática. Versión 30 de abril 2018. Manuscrito inédito.
Venezuela, “enemigos internos”. La defensa de derechos humanos bajo ataque. Informe de misión de investigación (2020). OMCT, Vicaría de Derechos Humanos de Caracas, Centro para los defensores y la justicia, Cofavic. https://www.fidh.org/IMG/pdf/venezuela_informe_2020.03_informe_completo.pdf [Consulta: 13/2/2023]
[1] Este artículo se basa parcialmente en Gómez Calcaño (2022).